Exploración alimentada de la fluidez entre la exaltación del cuerpo y el alma con la música, durante el Festival del Porro del año 2000. Con este trabajo inicia un camino de conjunción entre la admiración musical, la inspiración estética que ésta misma genera y la intención de una documentación libre, experimental, bailadora.
Estas fotos suceden durante la alborada previa al inicio oficial del festival, cuando todas las bandas que participan acuden con la estela de su fiesta, al encuentro de entonar al unísono el tema que tiene nombre de bailarina, el mismo nombre de la tarima que los llama: María Varilla.